lunes, 16 de abril de 2012

mercaderes en el templo


                                          

                                                     MERCADERES EN EL TEMPLO

Hacia el año 54 d. C.  San Pablo organizó una colecta en favor de los cristianos pobres de Jerusalén, y al referirse a ella en su segunda carta a la Iglesia de Corinto escribió: "Dios ama al que da con alegría". Esta es ahora la frase bíblica más utilizada por ciertos personajes de la picaresca religiosa que han convertido la predicación del evangelio en una pestilente actividad empresarial: los buhoneros de la fe. (De tales personajes habla el Dante en el canto XIX del Infierno, mostrándolos metidos de cabeza en agujeros y agitando sin cesar las piernas).

En el libro En el nombre del Señor. El negocio de la religión  de Gabriel Pabón Villamizar se hace un  recorrido por el sórdido mundo de los avivatos que en nuestro país han creado sectas  de diverso pelaje —casi todas ellas sociedades pentecostales o neo pentecostales adheridas a la "teología de la prosperidad"— para convertirse, gracias al codicioso esquileo de sus feligreses, en multimillonarios cuyo estilo de vida imita el de los deshonestos telepredicadores norteamericanos (Jimmy Swaggart, Jerry Fallwel, Jim Bakker y otros payasos del mismo circo como los bandidos de enlace, casa sobre la roca y cuanta congregación exista sobre la tierra)


El 80% por ciento de los miembros de las sectas  comandadas por los traficantes de la Biblia son personas de muy escasos recursos económicos. Pese a ello, con ofertas religiosas  engañosas o bajo la amenaza del castigo divino, los avivatos  obtienen de sus alienados seguidores (aun de los más pobres) abundantes contribuciones y donativos, los fuerzan a comprar libros, revistas, videos y discos de ínfima calidad, y en muchos casos se lucran con su trabajo sin remuneración y ofreciendo milagros y prodigios mentirosos.

La presión de los avivatos del aleluya sobre el bolsillo de sus adeptos llega a extremos insólitos. En unas de las sectas investigadas por Gabriel Pabón  se prohibió participar en la santa cena (versión acatólica de la eucaristía) a los fieles que rehusaron entregar la suma de dinero exigida por el pastor al comunicarles uno de sus mensajes proféticos. En otra, cierta mujer fue golpeada en medio del culto por negarse a donar un inmueble de su propiedad como devota ofrenda.

Los avivatos de las megas sectas también actúan como timadores, pues en sus auditorios suelen venderse cosas a las cuales se atribuyen un hecho sagrado o propiedades milagrosas. A su   crédula clientela son ofrecidos no sólo panes benditos, aceites curativos y medallones de la prosperidad, sino aun trozos del manto de Jesús y piedras del santo sepulcro.

Pero el abuso de los avivatos sectarios va más allá de lo económico. Desde hace varios años estos farsantes se han lanzado a la política, y con la ayuda del voto cautivo de sus zombies  tienen hoy asiento en las corporaciones públicas. Allí los vemos apoyar las propuestas más antipopulares y reaccionarias, dejando así muy claros sus vínculos con la mano oscura de la extrema derecha. Como está escrito: promulgando y tramando leyes injustas.

Para completar el triste cuadro, algunos miembros de los rebaños pastoreados por los practicantes de la "teología de la prosperidad"  han accedido a muy altos empleos públicos, desde donde se proclaman —a tiempo y a destiempo— enviados de Jehová para lograr que los pecadores colombianos nos convirtamos masivamente al góspel Money. Así ocurre, por ejemplo, con la Fiscal General, Vivian Morales de Lucio. Hace poco días, mientras discurseaba ante un  grupo de sus correligionarios, esta desopilante señora no tuvo reparo en manifestar que según Ann Carver (supuesta profetisa afincada en Oregón),  Dios la está usando para "traer bendición a muchos creyentes". Aunque respeto la libertad religiosa de la Fiscal, me preocupa ver que la entidad a su cargo está en manos de una fanática: de una versión criolla de  Aimee Semple McPherson, la predicadora canadiense cuya truculenta vida retrató Frank Capra en La mujer del milagro.


Los empresarios de la religión comercializada no son otra cosa que mercaderes en el templo. Han hecho del lugar de encuentro entre Dios y el hombre un establecimiento de comercio donde cualquier cosa —aun la fe, el perdón de los pecados y la paz interior— tiene precio. Todos ellos abusan de la libertad de cultos.  Todos ellos apestan.
Recordemos lo dicho por el Señor Jesucristo: La casa de mi Padre será llamada casa de oración, pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”.
A partir de ahora la casa de mi Padre quedara desolada.
El “pastor” asalariado NO es “pastor.”
No llaméis “padre”  vuestro a nadie en la tierra, porque UNO es vuestro Padre que está en los cielos. ¿Por qué le dicen a un simple y mortal hombre el santo padre?
No llaméis maestro a nadie sobre la tierra, porque UNO es vuestro Maestro el Cristo.
Yo (el Señor Jesucristo) “NO” habito en templos hecho por manos humanas.
¿Qué casa me edificareis si el cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies? dice el SEÑOR;  pero perece que lo dijera un matachito de madera o que se yo.

Sus “guías” son ciegos, TODOS ellos “ignorantes”
TODOS ellos perros mudos, “NO” pueden ladrar, (el pecado los acobarda)
Soñolientos echados aman el dormir.
Y esos perros comilones son: INSACIABLES.
Si; no se sacian con la mercadería del evangelio, negocios fraudulentos, participación de la otra mafia la política etc.
Y los “pastores” mismos “NO” saben entender ¿cómo podrán guiar?
TODOS ellos siguen sus propios caminos.
Si; mormones, pentecostales, adventistas, católicos, testigos, etc.
Cada uno busca su propio provecho. ¿A que provecho se refiere la voz de Dios? ¿NO es al provecho material o económico?
Y  cada uno por su lado.
Lo extraño de estas citas es que siempre enfatizan que “TODOS” y no algunos.
Confirmado por la Palabra de Dios cuando dice que EL “NO” hace acepción de personas. Para el No hay preferidos o excepciones.

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